Es mejor hacer algo vaí vaí (mal que mal) que no hacer nada.


Con esto no defiendo que esté bien hacer mal las cosas, pero nadie va a negar que muchas veces nos hundimos en la inacción por no querer equivocarnos, o por temor a que lo que haga, podría no ser perfecto.

Ayer pasé por la pieza de mi hijo de 7 y lo vi luchando por doblar unas sábanas, que siendo tan grandes para él, y no teniendo la técnica le era casi imposible. Pasé y lo felicité, a lo que me respondió "pero no me sale bien." Le respondí que intentarlo fue lo mejor que había hecho. Finalmente se dio por vencido y me pidió ayuda, pero lo intentó y eso para mi fue más que motivo de orgullo habiendo tantos chicos que se tiran a ver televisión todo el día sin ayudar una pizca en la casa, lo quieren todo servido.

Otras veces dejamos de hacer todo tipo de actividad física, que es muy necesaria en realidad, sólo porque no podemos pagar el gimnasio, o no tenemos tiempo para asistir en forma diaria al menos una hora; conozco personas que incluso ni lo intentan porque ¡no tienen el atuendo necesario! Pero estas son sólo excusas, ya que si lo que quisiéramos es simplemente mover el cuerpo para mejorar nuestra salud, nos bastaría con salir a caminar por el barrio, al menos 30 minutos cada vez que podamos, ¡con la ropa que tengamos!

Como me dedico a las ventas, por mucho tiempo pedía que me pasaran afiches hechos por otros para promocionar mis productos, ya que estaba convencida de no tener ningún don en las artes gráficas, por haber fracasado otras veces en lograr ilustraciones muy avanzadas. Finalmente me animé a intentarlo por mi cuenta utilizando plantillas, modificándolas un poco y agregando mi texto. El resultado fue genial y muchas personas empezaron a pedirme que les pasara los originales para reutilizarlos. Otras personas me preguntaban incrédulas "¿vos hiciste esto?"

Y así, estos son algunos ejemplos muy sencillos de cosas que podríamos dejar de hacer por no querer hacerlas mal. Podríamos trasladar esto a cualquier otro aspecto de la vida: ayudar al prójimo, arreglar una relación, emprender un nuevo pasatiempo o incluso estudiar algo nuevo. Ya lo decía San Francisco de Asís: "la ociosidad es enemiga del alma." Es peor no hacer nada, que al menos intentarlo, salga como salga. 

Así que la próxima vez que estés considerando ni siquiera moverte por no querer hacerlo mal, piensa que la playa está hecha de millones de pequeñísimos granos de arena. ¿Qué hubiera pasado si Dios hubiera elegido simplemente no crear esos granitos de arena por ser tan pequeños?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo que VERDADERAMENTE deseas hacer!

Aprender a desaprender y abandonar viejos esquemas mentales.

The Strangest Secret by Earl Nightingale